sábado, 5 de enero de 2019

Para qué escribimos. Reflexiones desde la orilla (II)

Por qué escribimos, nos preguntábamos hace aproximadamente un año en Por qué escribimos. Reflexiones desde la orilla. Para qué escribimos, nos podemos preguntar en este momento. ¿Escribimos para desligarnos o unirnos a algo o para conquistar nada? ¿Cuántas veces algunas palabras, líneas y párrafos enteros han ido a parar a la papelera, al interior de una carpeta que denominamos “Notas” o al fondo de un cajón?

Lo que a continuación viene, lo encontré en una perdida carpeta (virtual) de una perdida y ya obsoleta memoria externa que tenía el título de  “Notas varias”.

Dice así:

“Las personas entendidas me animaban a que escribiera, que si no me gustaba lo escrito que lo tirara a la papelera. Un día escribí una palabra; otro, una frase; el siguiente, una oración; después de la oración, lo intenté con un párrafo y luego con otro, y me atreví, por último, con un relato muy breve. Aunque el relatillo tenía ‘su aquel’, no terminaba de gustarme: era como si hubiera conquistado nada. Lo tiré a la papelera, desapareció y me olvidé. Daría mi reino por recuperar ese relato en este momento, pues aquella conquista de nada se ha convertido hoy en una carencia absoluta de todo”. (VP Málaga, s. d.).

Utilicemos hoy esas notas y figuras abandonadas, confinadas u olvidadas en el cajón de los desastres; notas que en un principio nunca iban a ver la luz, enclaustradas en algún rincón sin saber por qué motivo y en qué concreto lugar de nuestro reino creativo, y darles la oportunidad a algunas de ellas de al menos alumbrar tenuemente en algún momento una conquista de nada.

Varias veces se ha comentado que todo relato tiene su particular anécdota en su etapa de creación. Los de hoy son solamente unos párrafos dispuestos como si fueran ellos juntos un fragmento de una virtual historia.

 

 Escribir relatos de misterio. Reflexiones desde la orilla
Desde la orilla

Se trata de un fragmento del primer (y único e incompleto) capítulo de un relato de misterio que comencé a escribir a principios del verano de 2014 y que abandoné pocas semanas después tras leer un relato con una trama muy parecida a la que había ideado.

El título provisional del relato de misterio era “El oscuro caso de Magda y J. G.”.

El protagonista de la historia, un avezado y triunfante escritor de novelas románticas, tiene que contestar a unas preguntas durante el transcurso de una conferencia sobre escritura de ficción romántica. Acto seguido a la conferencia aparece una víctima en algún sitio, un posible suicidio a primera vista que pronto tornará a posible asesinato, y el primer sospechoso, como no, es J. S., pues la policía no tiene clara su coartada, ya que entre la conferencia y la hora aproximada del presunto delito existe tiempo suficiente para que fuera cometido por el triunfante escritor.

Capítulo… El oscuro caso de dos amantes (frg.)

J. G. pronuncia una conferencia en el Ateneo de… sobre escritura de ficción. Durante el turno de preguntas, una joven llamada Magda le formula varias preguntas acerca del oficio de escribir. J. G. medita la respuesta durante unos instantes antes de contestar.

Magda comenzó: “¿Qué piensas sobre eso de que hay que nacer escritora para saber escribir o sobre lo de que hay que aprender  primero y ¡ya está!, para llegar a ser pronto una escritora muy famosa? J. G. se disponía a contestar, cuando advirtió que la joven buscaba mentalmente, con la cabeza ligeramente cabizbaja, una pregunta más. “Otra cos. ¿Desde cuándo escribes? ¿Cuál fue tu primera historia? ¿Qué es lo que haces para escribir como escribes? ¿En qué te inspiras para escribir? Po… ¿Por qué escribes?…”.

Cuantas personas se encontraban en la sala principal del Ateneo no pudieron disimular, al menos, una grácil sonrisa en sus rostros al escuchar el raudal de preguntas que la joven formulaba a J. G.

J. G. mantenía esa sonrisa entre esponjada y serena que le sale a cualquiera cuando se encuentra con alguien que, envuelto en una genuina y lícita juventud, desea saber cuanto antes todo lo que solamente el tiempo, el esfuerzo y la experiencia te concede; y J. G. mantenía esa sonrisa con la sensación particular añadida, como en muchas otras ocasiones le ocurría, que una especie de espectro se le acercaría para susurrarle que le sería bastante difícil explicar a su interlocutora, ahora ávida de respuestas concretas y sobre todo eficaces, que todas sus preguntas, al margen de las anécdotas o datos que le pudiera revelar, se resumían en que en este oficio, en el oficio de la escritura, todo se encuentra a merced del trabajo diario, de una dura disciplina y de la innegable certeza de que es la perseverancia lo que te empuja a seguir día a día a escribir, palabra tras palabra, línea tras línea, aquello que imaginas y sientes y ves o todo a la vez, para que pasados los primeros años de escritura los párrafos comiencen a abrigar ideas interesantes, y pasados otros tantos años los capítulos comiencen a gozar de brillantes episodios y reflexiones, y que con el tiempo los relatos albergarán inolvidables historias universales que, con fortuna, trascenderán a lo largo de la inmensa existencia de la escritura en el tiempo para regocijo de muchas personas que, entre otras tantas demandas, piden y aguardan esperanzadas que entregues lo sublime que hay en ti cuando comienzan a leer una de tus obras, y que lo que esperan no es sino esa fusión entre la naturaleza de tu esencia interior y la magia de las palabras brotando incansables de tu más íntima alegría o efímero suspiro como inicio acabado y final inaugurado de tu sublime manifestación artística, manifestación que con el tiempo se convertirá en ese lugar que no es otro, sino aquel donde desfallecen las palabras y donde solamente los sentimientos y las pasiones perduran: la imperecedera escritura.

“Bueno…”, comenzó J. G. “Te diría que todo se sintetiza en escribir y escribir”, contestó a la joven muchacha. “Aunque puedo asegurarte que sobre este tema hay mucho que decir. Te lo puedo asegurar”, añadió. “Me resulta difícil explicarlo en pocas palabras en este momento”, concluyó.

Pasadas unas páginas, y como ya se ha adelantado, ocurre lo que en todo relato de misterio ha de suceder: aparece alguien muerto, esto es, un cadáver. ¿Quién es el principal sospechoso, ya que tiene móvil y tuvo los medios y la oportunidad? J. G., el avezado y triunfante escritor de novelas románticas.

De nuevo, unas líneas rescatadas que no son más que otra conquista de nada convertidas en una posibilidad ligada a la igualmente nada.

¿Te acuerdas de Michel Ende y de Bastián Baltasar Bux? Si tomamos prestada una de sus frases y la cambiamos solo levemente, entonces: “Pero esa es una historia, que ya fue contada en otro momento”.

¡Nos vemos!
VP

Referencias:

Ende, M. (1979). La historia interminable. Barcelona: Círculo de lectores.

P. S. Esta entrada se rehízo el viernes 23 de abril de 2021  tras ser importado su contenido.

Entradas anuales

Reflexiones desde la orilla (I)
Reflexiones desde la orilla (III)

© Imagen maniquí en la playa, en Google 

sábado, 20 de enero de 2018

Detectives en la ficción. G.K. Chesterton

¿Cómo son los detectives en la ficción, según G.K. Chesterton?
Los personajes en los medios escritos, pictográficos y audiovisuales son verosímiles o en palabras de Chesterton: irreales.
Nunca son reales. 
Son ficción. Incluso aquellos que representan a personajes que existen o han existido en la realidad.
Nacen en las páginas o en las imágenes de los relatos, a partir de quien los crea.
 
Chesterton Academy
Gilbert Keith Chesterton
Ahora bien, con independencia de esta situación, ¿por qué tenemos la sensación de que algunos personajes son como si fueran… inmortales, aunque en su vida de ficción su final haya sido dramático o trágico?
Quijote de la Mancha, Hamlet.
E incluso con aquellos personajes que fueron resucitados literalmente por su mano creadora en un momento dado, como es el caso de Sherlock Holmes, el detective de Conan Doyle.

Cómo escribir relatos policíacos
En su libro Cómo escribir relatos policíacos(Acantilado, 2011), Gilbert Keith Chesterton nos descubre muchos misterios acerca de los misterios y cómo escribir misterio en relatos de misterio, de una manera soberbia.
En el capítulo Los detectives en la ficción(págs. 57-60), habla de algo más que de los detectives en la ficción.
Se centra principalmente en el personaje de Doyle, Sherlock Holmes, y reflexiona acerca de los personajes y sus creadores y por qué siendo universales en el mundo del arte muchos de ellos, no se les conocen tan universalmente.
Un ejemplo de Chesterton adaptado
Si a cualquier persona le preguntáramos si alguna vez ha oído hablar de Hamlet o de Don Quijote, es posible que encontráramos muchas respuestas positivas.
Si después se preguntara por sus autores, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, es posible que ya no hubiera tantas respuestas positivas como con la pregunta anterior.
Ahora bien, si se preguntara a cualquier persona que con qué tipo de personalidad se identifica o identificaría más, si con el carácter reflexivo de Elinor Dashwood o con el carácter impulsivo y pasional de su hermana Marianne, es posible que nos encontráramos con sorpresas.
No tantas si se preguntara por Jane Austen y menos todavía si se preguntara por la novela o la película Sentido y sensibilidad
 
 
Sentido y sensibilidad
Novela de Jane Austen
 
Perfil de Sherlock Holmes, según G. K. Chesterton
Los autores y personajes universales, son universales, por lo tanto forman parte del colectivo universal.
Sin embargo, ¿por qué más gente se acuerda del personaje de Sherlock Holmes que de los personajes de las hermanas Dashwood, cuando las obras de Jane Austen proporcionan mayor placer intelectual que las de Doyle, que proporcionan un inigualable entretenimiento?
Porque, según Chesterton, aun siendo obras de arte elegantes y meticulosas, obras como las de Conan Doyle, el protagonismo no se encuentra en los personajes protagonistas, sino en el relato, en la trama. Y dentro del relato y la trama, los personajes protagonistas se mueven entre lo trivial, lo cotidiano y lo absurdamente lógico.
Para Chesterton, el éxito de Sherlock Holmesreside en que se trata de un personaje detective que actúa de una manera irónica, brillante y absurda.
Su grandeza intelectual como detective la dedica a resolver trivialidades en la mayoría de los casos.
Las pistas y problemas que tiene que resolver pueden ser o son poco creíbles o inverosímiles, pero trascendentales desde el punto de vista lógico-deductivo.
Finalmente, resuelve Chesterton que El personaje del detective de Conan Doyle es, a su manera absurda y trivial, buena literatura.
Sintetizando
La persona que decida escribir ficción en general debe saber desde un principio a quién irá dirigida su historia, su relato.
Mucha gente preferirá un sencillo relato de misterio a una obra dramática universal, de la misma manera que mucha gente prefiere una copa de vino y un pincho bien cocinado en el chiringuito preferido, que dos docenas de ostras y un extraordinario cava en el hotel con más estrellas que pueda existir.
Eso sí, sería disparatado pensar que quienes prefieren la primera opción, prefieren una copa de vino malogrado a una copa de vino de una buena cosecha.
¡Nos vemos!
 
V.P. 
Referencias: 
 
Chesterton, G. K. (2011). Cómo escribir relatos policíacos. Barcelona: Acantilado.

 

jueves, 4 de enero de 2018

Por qué escribimos. Reflexiones desde la orilla

Por qué escribimos. Para qué escribimos
Escribimos por la misma razón por la que contamos historias.
En una ocasión alguien me dijo que… en alguna ocasión leyó o vio o escuchó, que leemos para no encontrarnos solos. Después de un rato de conversación creí entender que la lectura nos facilita el encuentro con tantos y tan variopintos personajes y situaciones que más tarde o más temprano terminamos por encontrarnos con nuestra esencia, aquello permanente e invariable que nos diferencia del resto de lo cotidiano.
Y terminamos por sentimos bien… Al menos por un momento.
 
Pixabay, muñeco en la playa, Pixel2013
Desde la orilla
De modo que de la misma manera que en la comunicación diaria, a un receptor le corresponde un emisor y en el mensaje a un destinatario le corresponde un destinador, acerca del texto escrito, a la persona que lee le corresponde una persona que escribe.
 

Si a estas personas les preguntáramos por qué escriben, es muy probable que una inmensa mayoría respondiera que no saben el motivo, y de esa mayoría una gran parte aseguraría que ni lo sabe y además nunca se lo han preguntado. No obstante, otra mayoría tendrá seguramente una o varias razones para escribir.

Así que, lo mucho o poco seguro de todo esto es que hay personas que escriben.
Unas personas escriben ficción o textos creativos y otras no.
Unas escriben textos científicos o filosóficos y otras no.
Unas escriben ficción o textos creativos y además escriben también textos científicos o filosóficos y otras, como es mi caso, lo intentamos. ¿El qué? Lo intentamos.
Por qué ficción o textos creativos
Centrémonos en los relatos de ficción y por extensión en los textos de naturaleza creativa, aquellos que en innumerables ocasionesla historia que nos cuentan parece como si fuera la realidad, pero no lo es, esto es, son relatos de ficción. Son los que más se acercan a la supuesta “realidad cotidiana”.
Los textos científicos y los filosóficos a pesar de sus ilimitadas posibilidades de investigación y argumentación, se encuentran ceñidos de alguna manera a ser objetivos y buscar la verdad (la verdad científica).
Por su parte, el escritor de ficción, tal y como asegura Umberto Eco: …finge manifestar la verdad… y representa la vida con todas sus contradicciones. Y estas características junto con la de conjeturaracerca de lo otro y de los demás, suele fascinar a muchas personas.
Algunas personas lo desarrollan escribiendo y otras, leyendo.
Por qué contamos historias
Si alguien me preguntara por qué escribo, le diría que no sé el porqué. Siempre lo he hecho. Soy aficionado. No vivo de ello. Escribo sencillamente porque forma parte de mí. Es como preguntarse en sentido genérico por qué las personas contamos historias. Todo el mundo lo hacemos a diario. ¿Quién no ha contado a alguien lo que le acaba de ocurrir esperando al autobús?
Pixabay, Katrina_S,
Para escribir historias
Contamos historias porque desde nuestros ancestros lo hemos hecho y ya forma parte de nuestra esencia como personas, aquello permanente e invariable que nos diferencia del resto de lo cotidiano. 
 
Desde siempre hemos vivido y sucumbido, amado y odiado, disfrutado y padecido con las historias que miles y miles de personas nos han brindado a lo largo de la historia de la humanidad. Y este hecho forma parte de todos nosotros y no podemos evitarlo.
Si alguien me preguntara por qué escribo en este blog, ya no le diría que no sé el porqué. Le diría que escribo porque cada vez que se publica una entrada, unas pocas personas, muy pocas, la leen. Una entrada tras otra. Y a estas personas me gustaría dedicarles especialmente con todo respeto y afecto esta entrada.  
De la misma manera que solamente somos conscientes cuando tenemos conciencia de algo (E. Husserl), hay personas que escribimos cuando tenemos sencillamente un motivo por que escribir.
¡Nos vemos!
 
V.P.
Referencias:
  • Eco, U. (2011). Confesiones de un joven novelista. Barcelona: Lumen.
  • Jiménez Hernández-Pinzón, F. (2015). Cada día, una vida. Diario de un psicoanalistahttps://books.google.es/books?id=VFC4DQAAQBAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
  • Sobre Fenomenología, conciencia e intencionalidad en Edmund Husserl, J. Montero Anzola

 

 © IMÁGENES: Muñeco en la playa, por Pixel2013; Cuaderno en blanco, por Katrina_S. Ambas imágenes en Pixabay

 

domingo, 23 de abril de 2017

Tramas secundarias en 'El nombre de la rosa'

¿Cuáles son la estructura principal y las estructuras secundarias de la novela de Umberto Eco El nombre de la rosa?
Decía Umberto Eco que dentro de la estructura o trama principal de una historia de misterio o policíaca existen y coexisten las tramas secundarias, tantas como conjeturas se puedan formular dentro de la historia.
 
 
Umberto Eco, El nombre de la rosa, Sean Conneri, Christian Slater
Guillermo de Baskerville y Adso de Melk

En la novela El nombre de la rosa¿cuántas tramas encontramos?
La trama principal es la que responde a la pregunta quién es el asesino de las muertes en la abadía, comentada en El modelo abstracto de Umberto Eco.
¿Y las secundarias?

Como tramas secundarias podemos encontrar las siguientes:

Siendo la abadía, donde domina el silencio de los siglos, un lugar famoso por su excepcional biblioteca, ¿dónde se encuentran los libros? En el scriptorium están solamente aquellos con que los monjes trabajan. Todos los otros libros que constituyen la soberbia y magna biblioteca, ¿dónde se encuentran?
Otra trama secundaria y con la que podemos realizar muchas y generosas conjeturas es aquella que plantea el misterio que rodea a un libro en especial. Un libro prohibido. Un libro que quienes lo conocen, no quieren que se sepa de su existencia. Un libro peligroso. Un libro que mata o por quien algunas personas matan. Seguramente escondido en una estancia o biblioteca prohibida.
Un libro que es una puerta abierta al pecado. Un libro que podía incitar a las personas a perder el miedo al infierno y no tener que necesitar a Dios. (Finalmente se sabrá que se trata de un supuesto segundo libro de Poética de Aristóteles, dedicado a la comedia, a la risa, a lo grotesco. Lo cómico, lo humorístico es lo que pretende imitar lo defectuoso. La risa es el amparo de la plebe. Lo grotesco, una parte de lo feo.)
El supuesto libro plantea una tesis que va en contra de las tesis eclesiásticas de aquel entonces: convertir algo tan vulgar y grotesco como es la risa, en un don divino. Que la risa, esa grotesca característica propia de la plebe, le ayude a acercarse al Todopoderoso. Algo que los eclesiásticos del siglo XIV no podían permitir. Las personas estamos en este mundo para expiar nuestros  pecados y culpas, empezando por el pecado original, aseguraban. Jesucristo nunca rió, sentenciaban. 
Umberto Eco, El nombre de la rosa, F. Murray Abraham
Bernardo Gui
Una tercera trama es la que rodea a los actos inquisitoriales. Inquisición, inquisidores, herejes y herejías. Brujas, gatos negros y rituales satánicos. Cuando en realidad y en aquellos tiempos de hambruna, cualquiera de la plebe hacía cualquier cosa con un fin tan primario como el de conseguir algo para poder comer. Inocentes de herejías torturados en mazmorras. Inocentes de herejías enviados a la hoguera. En hogueras de fuego purificador. Fuego sanador de todos los pecados y culpas de la plebe que comete herejía. Cuando en realidad el fuego quema y mata cruelmente.
Ahora una trama secundaria que envuelve a las anteriores. No es una trama tan patente, tan de acciones y acontecimientos que suceden a los personajes en la abadía y durante poco tiempo como las anteriores. Más que hablar de trama, se puede hablar de escenario dialéctico.
Se trata de la lucha contra la idea que representa el pensamiento de la época, el pensamiento medieval de las clases ilustradas, especialmente el de la Iglesia católica: la espiritualidad; y en su contra: la racionalidad. La Iglesia, la espiritualidad; Guillermo de Baskerville, la racionalidad a pesar de ser monje (ficticio). David contra Goliat. El sentido común contra el bendito y bendecido fanatismo beato de la época, representado por el monje Jorge de Burgos, el bibliotecario que envenena el supuesto segundo libro de Poéticade Aristóteles, y por el inquisidor Bernardo Gui, especialmente.
 
Umberto Eco, El nombre de la rosa, Valentina Vargas
Campesina
Por último, otro escenario dialéctico: el poder del conocimiento frente al poder de conocer. Guillermo de Baskerville y su aprendiz Adso de Melk.  Maestro frente a discípulo. Monje franciscano y novicio benedictino. Vejez y erudición frente a adolescencia e inexperiencia.
Aunque por otro lado, ambos gozan de la experiencia de la humildad y el servicio a los demás según las “reglas” de cada orden.  La regla de san Francisco frente a la regla de san Benito. Los espirituales: pobreza y observancia frente a oración y trabajo. Uno enamorado muchas veces: de Aristóteles, Ovidio, Virgilio, Tomás de Aquino… otro enamorado una sola vez: de una campesina del pueblo junto a la abadía. En un momento dado, amor fraternal frente a amor carnal. Y en todo este universo dialéctico, el nombre de la rosa.
¡Nos vemos pronto!
V.P.  
 
 
© Imágenes: Guillermo y Adso; Bernardo Gui; Campesina. Todas en Images Google.              
  

martes, 18 de abril de 2017

Modelos de relatos detectivescos tradicionales (VII). El modelo abstracto de Umberto Eco

A diferencia de autores como Van Dine, Knox y Chandler, que proponen modelos operativos para escribir novelas detectivescas, Umberto Eco propone un modelo abstracto para explicar la novela policíaca (detectivesca) y que denomina modelo abstracto de lo conjetural, en su libro “Apostillas a El nombre de la rosa”. Asegura que un ejemplo de este tipo de modelo es el laberinto
 
 
Laberinto de Teseo, laberinto griego, Hilo de Ariadna, laberinto del Minotauro
Laberinto univiario
 
Laberintos de la abadía de Stift Melk
Inspirada en la abadía de Stift Melk, a orillas del Danubio en Austria, Umberto Eco presenta tres tipos de laberintos en su primera novela. 
 

El laberinto de Teseo, el laberinto griego, el del Minotauro; univiario: una sola vía, el que no se bifurca, donde no es fácil perderse. La entrada y la salida son el mismo acceso.

El laberinto manierista, el laberinto de caminos alternativos, el que  nos llevará a la salida si tomamos el camino correcto en las bifurcaciones y a perdernos si las elecciones son erróneas; aquel donde es necesario el hilo de Ariadnapara no perdernos.  
El laberinto de la red, el de rizoma, el de ramificaciones infinitas; el más complejo, confuso y enmarañado. Umberto Eco lo explica como espacio laberíntico infinito; el que por mi parte denomino el metalaberinto, el laberinto de los laberintos.
 
Laberinto de rizoma, laberinto retecular infinito
Estructura reticular
Una forma de entender el laberinto de rizoma es figurándonos una estructura reticular sin fin, con sus barras y nudos formando triángulos que van a un sitio y al contrario y al sitio conocido y desconocido y nunca acaba su desarrollo, porque llega un momento en que una vez dentro de este laberinto no sabemos solamente dónde está la salida, sino que ya no sabemos dónde está la entrada por la que accedimos.
 
 
El laberinto como metáfora
Realmente, Umberto Eco nos habla de manera metafóricacuando asegura que un modelo conjetural de la novela policíaca (la detectivesca y de misterio también) es el laberinto.
Habla del laberinto como espacio de la conjetura, donde posiblemente se pueda interpretar este espacio como espacio tanto de la conjetura en la ficción como de lo personal.
Es decir, que en sí, El nombre de la rosacomo texto ya escrito y terminado no es sino todo un enorme y complejo laberinto de rizoma con sus infinitos sentidos vertidos por el autor y que como novela con significados abiertos y sujetos a la interpretación de cada lector (trama detectivesca o policíaca), no es sino una concurrencia o sumatorio de múltiples laberintos tanto de tipo espacial, como moral, espiritual, psíquico… que se muestran en virtud de los personajes y las situaciones que en el espacio narrativo principal: la abadía, acontecen.
Su estructura narrativa, en cuanto a la forma de la trama, es laberínticamente sencilla, que no simple; como el laberinto griego. Es sabido que no existe sentido de base o estructura base de mayor excelencia que aquella que responde sencillamente al modelo alguien busca algo, termine o no ese alguien por conseguir su objetivo.
 
Laberinto manierista, hilo de Ariadna, Adso de Melk
‘El nombre de la rosa’. Imagen de la película
La estructura base de la novela es que alguien quiere saber quién comete los asesinatos en la abadía y el porqué. Es llegar al centro del laberinto y enfrentarse al minotauro: al responsable de las muertes en la abadía. Una vez vencido el minotauro: mitad hombre, mitad toro, esto es, el autor de los crímenes, el resto es volver a la entrada del laberinto que ahora será la salida, tomando siempre los giros hacia la derecha o también a la izquierda, que son de camino mucho más largo.
Sin embargo, en la novela, en uno de los episodios, Eco nos presenta un laberinto minimalista, un laberinto lleno de bifurcaciones. Adso de Melk se ve obligado a usar su hábito para convertirlo en el hilo de Ariadna, a fin de volver sobre sus pasos y poder encontrar la salida, que en el momento de acceder era la entrada.
Umberto Eco consigue que el lector se sumerja en un mundo cerrado con un misterio que resolver a través de una estructura de laberinto griego con episodios de laberintos bifurcados dentro de la trama. Es como si nos retara a que nos involucremos en el juego de las conjeturas y adoptemos un rol dentro de la intriga y que seamos parte no ajena del complot y misterio que envuelve a la abadía: Por qué nos gustan las historias de misterio.
 
La estructura básica es una de las conjeturas que resolver; es la conjetura principal del misterio. Pero ¿cuáles son las otras estructuras o tramas secundarias, es decir, las otras conjeturas que giran en torno a la principal y con qué tipo de laberinto se identifican, si así sucede?
Lo vemos en la próxima entrada.
¡Nos vemos pronto!

 

V.P.
 
Referencias: Eco, U. (1985): Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona: Lumen.
 
© imágenes: Laberinto griego, por PIRO4D, en Pixabay. Estructura reticular, en Imágenes de Google. Adso en el laberinto, captura de pantalla.

jueves, 13 de abril de 2017

Por qué nos gustan las novelas de misterio

¿Por qué nos gustan las novelas de misterio?
Umberto Eco se formula indirectamente esta pregunta en su libro “Apostillas a El nombre de la rosa”. Exactamente se pregunta por qué nos gustan las novelas policíacas. En la respuesta, nos habla de conjeturas, lógica de la ficción y laberintos.
 
Umberto Eco, 1932-2016
Umberto Eco
 
El pasado mes de febrero se cumplió un año desde que Umberto Eco falleció en Milán, Italia. Fue lingüista, filósofo, semiólogo, profesor, escritor de novelas… entre otras muchas actividades más.
Escribió tratados de semiótica, lingüística y ensayos sobre los medios de comunicación. Es conocido principalmente por su primera novela titulada El nombre de la rosa (Lumen, 1980).
Cinco años después, publicó Apostillas a El nombre de la rosa (Lumen, 1985).

El libro fue concebido para dar respuesta a innumerables preguntas que sus lectores le formulaban acerca de la historia de “La abadía del delito”, primer título de la novela. Título que Umberto Eco descartó porque fijaba la atención en la acción detectivesca y podría llevar a error a algún lector que fuera buscando solamente una trama policial.

En el capítulo titulado La metafísica policíaca, Umberto Eco reflexiona acerca de por qué a las personas nos gustan las historias policíacas y de misterio.
Señala dos motivos. Uno, porque NO nos atrae especialmente los delitos cometidos en la trama: asesinatos, robos, secuestros… sino que nos atrae descubrir junto al detective quién o quiénes son los culpables y que finalmente todo el “orden social, legal, moral…” quede restablecido de alguna manera.
Un motivo segundo es el que asegura que la novela detectivesca o policíaca es pura conjetura; es la representación de lo conjetural y esta representación de la conjetura se crea sobre la base de algo tan primitivo como “quién es el culpable” de todo este desaguisado.
Para saber o creer saber quién es el culpable, tenemos que conjeturar. En la ficción, la lógica de la trama es la lógica “que le ha impuesto el culpable”, nos asegura Eco. Cada historia o cada investigación de conjeturas nos cuenta o nos recuerda a algo con lo que solemos convivir. Porque lo que la ficción pretende, asegura Alison Lee, no es la realidad, sino la ilusión de realidad.  
 
 
En la trama de “El nombre de la rosa”, la historia de base (sentido de base), es decir, la estructura o trama principal, se presenta como quién es el culpable de los asesinatos en la abadía. Esta trama principal se divide en tantas otras tramas secundarias como conjeturas presenta cada una de ellas en torno a la trama principal. Es decir, enmarcar una historia dentro de otra historia (apostilla Alison Lee), o por extensión, enmarcar historias dentro de una o más historias.
Siempre he pensado que a las personas nos chifla hacer conjeturas sobre lo que va ocurriendo en una trama detectivesca, en una historia de amor, y lo que es más interesante, sobre lo que va ocurriendo en la vida de los demás y no especialmente en la nuestra.
Sabemos (cuando en realidad creemos saber), cuál es el porqué de lo que le ocurre y le va a ocurrir seguramente a nuestro vecino o a nuestro “enemigo” de enfrente. Lo sabemos o lo creemos saber a partir de conjeturas basadas en lo que nuestro deseo nos clama y no a partir de lo que los hechos nos muestran. Porque todo nos recuerda a algo con lo que convivimos en la vida cotidiana y… en las tramas detectivescas.
Creo que hay mucho de veraz en que no hay nada más humano y a la vez primitivo que pensar en que todo tiene una lógica… en la vida de nuestros semejantes y hasta en momentos determinados de nuestra alegre o triste existencia. Cuando por sentido común e incluso por lógica, esa lógica se da solamente en la lógica de la ficción.
A partir de la base de la conjetura, Umberto Eco desarrolla un modelo abstracto conjetural para historias policiales basado en el laberinto. Modelo que conoceremos en la próxima entrada.
¡Nos vemos pronto!
 
V.P.
Referencias:
  • Eco, U. (1985). Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona: Lumen.
  • Lee, A. (1990). Realism and Power: Postmodern British Fiction. London: Routledge

 

 
 

Prueba 1

Prueba 1